UC - Entrevistas
Desde que en 2007 ganara el Goya al actor revelación con ‘AzulOscuroCasiNegro’, Quim Gutiérrez (Barcelona, 1981) se ha ido labrando una carrera como uno de los actores del momento, formando parte de esa nueva generación que viene a cambiar el nuevo paradigma del cine español. Su verborrea y simpatía han acompañado a su atractivo para ganarse un puesto en muchas películas imprescindibles de la cartelera reciente. Y ahora, sale de las fronteras para tantear el cine francés como secundario en ‘Los ojos amarillos de los cocodrilos’, quizá el primer paso de un camino que aún puede reportar muchas sorpresas en el panorama internacional.
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-Con ‘Los ojos amarillos de los cocodrilos’ das el salto fuera de España, ¿cómo llegaste hasta ese papel? ¿Y cómo te has manejado con el francés?
Para ellos el personaje era de latino culto, y eso le delata el acento, de modo que podía pasar sencillamente como italiano o español. Yo ya había estudiado francés y siempre me ha interesado la cultura francesa, además tengo familia allí. De todas formas es una cuestión de echarle jeta y hablar un montón y como el acento daba el pego con el papel… sirve para que la gente crea que hablo francés mejor de lo que hablo.
-¿Crees que es cuestión de suerte? ¿Cómo llevas el apelativo de chico del momento?
Han coincidido muchas cosas y es muy circunstancial, una inversión a largo plazo. He rechazado muchas cosas. Eso sí, rechazar proyectos no te lleva siempre a conseguir proyectos… pero a veces es así. En cuanto a lo de chico del momento: me da pavor… porque, ¿cuánto va a durar? Un año, dos…el éxito alcanzado luego decae. Por eso hay que intentar mantener el centro inalterable.
-Suerte o no, el caso es que has estado en gran parte de películas clave de los últimos años, sin ir más lejos en dos éxitos recientes como ‘Tres bodas de más’ y ‘La gran familia española’, de nuevo con Daniel Sánchez-Arévalo. ¿Crees que estamos viviendo un nuevo momento dulce para el cine español?
Es un buen síntoma que se conecte con el público. Hasta hace poco parecía una excepcionalidad, pero directores como J. A. Bayona, o Daniel Sánchez-Arévalo, o el fenómeno de ‘Ocho apellidos vascos’ han demostrado que se puede. De todas formas tampoco lanzaría las campanas al vuelo… ¿se dice así? “lanzar las campanas al vuelo”… no sé, me suena raro…. bueno, está claro que hay una mejor conexión.
-Con Daniel Sánchez-Arévalo, por cierto, te llevaste el Goya al mejor actor revelación. ¿Cambia de alguna forma tener un Goya?
Ojala tener un Goya mejorase tu carrera… está bien, hay que celebrarlo, y es verdad que te pone en el mapa y asocian ya tu cara… pero no creo que por el Goya me ofrecieran o no un papel… quizá el prestigio, eso sí. Estoy agradecido, no por el Goya si no por lo que trajo con él.
-Después de pasar por Francia tienes en la agenda algunos proyectos interesantes y de peso. Por ejemplo, la adaptación de ‘Anacleto, agente secreto’. ¿Es Hollywood una meta?
Desde pequeño siempre hacía el numerito… y con los años me apunté a una escuela de teatro. Luego he tenido mucha suerte, hice teatro y fui enlazando castings… pero hay que entender que el fracaso forma parte de la vida… y más ahora que estoy más expuesto. Claro que me gustaría asumir proyectos grandes o arriesgados… pero si me llaman, siempre he sido más de que me llamen. Y en un momento de crisis partir de que asumo riesgos es complicado. Pero he estado en Los Ángeles haciendo contactos, pero prefiero estar trabajando en el día a día y no partir de ese sueño. Hay que mantener la frescura de seguir trabajando.
-¿Por qué dices que te sientes más expuesto? ¿La fama pesa?
Cuanto antes asumas que te pueden insultar en público mejor… la gente que antes no tenía voz ahora la tiene, gente en calzoncillos desde su casa puede lanzar un tuit y me afecta, claro. Un comentario negativo pesa más que cincuenta positivos.